El juicio por la muerte de Diego Armando Maradona venía con una carga emocional tremenda. Siete acusados por homicidio, las hijas del Diez en el centro de la escena, la atención pública enfocada en cada testigo. Pero lo que nadie esperaba era que el proceso se convirtiera en el escenario de un reality judicial con una protagonista inesperada: la jueza Julieta Makintach.
La magistrada, que llegó al Tribunal de forma polémica, quedó en el centro de un escándalo que terminó con la suspensión del juicio por diez días. ¿El motivo? Habría autorizado en secreto la filmación de un documental dentro de la sala, sin el aval de la Corte ni de la oficina de prensa. Y no era cualquier documental: se llamaba “La jueza de Dios”, y tenía a Makintach como figura central.
Según reveló Jorge Rial en Argenzuela, el proyecto era ambicioso y tenía todo preparado para mostrarla como la heroína que lograba la condena por homicidio contra los responsables de la muerte de Maradona. Incluso, Rial aseguró que la jueza le habría prometido a Fernando Burlando y a una de las hijas del astro que los acusados iban a ser condenados. “El documental era en base a ella. Ella iba a ser la heroína de esta historia”, soltó el conductor.
La historia se vuelve más turbia cuando se conoce que el hermano de la jueza, Juan Makintach, es parte de PEGSA, la productora que estaba detrás del proyecto. Y que a espaldas de las autoridades judiciales, la jueza habilitó el ingreso de dos guionistas y un camarógrafo que se hicieron pasar por “escritores independientes”. Nadie los había acreditado oficialmente. Entraron por su cuenta, gracias al guiño de la protagonista del documental.
Las señales de que algo raro pasaba estaban desde antes. Makintach, cuyo rol era de jueza suplente, se sentó en el centro del estrado, desplazando a quienes debían ocupar ese lugar. En un gesto fuera de protocolo, hasta se levantó para alcanzarle un vaso de agua a Gianinna Maradona, algo que suele hacer el personal judicial, no una magistrada. “Como iba a ser la protagonista, tenía que estar en todos los planos”, ironizó Rial.
El punto de inflexión llegó con su interrogatorio a la psiquiatra Agustina Cosachov. Las preguntas no eran las típicas aclaraciones de un juez, sino repreguntas que parecían pensadas para el guión más que para un juicio. “Era una puesta en escena”, dijeron fuentes judiciales. El personal de custodia llegó a decir por chat interno: “No nos podemos meter con la gente de la Dra. Makintach”.
Además de los rumores de favoritismo y promesas de condena, también circuló la versión de que la jueza había pedido maquillador y vestuarista para el rodaje. Desde la Corte Suprema se lo negaron. A eso se suma una reunión privada con representantes de Swiss Medical, tras la cual —según Rial— cambió su actitud en el juicio y empezó a cargar contra otros acusados.
Y hay más: de acuerdo con la versión que corre en los pasillos del poder judicial, Makintach habría intentado negociar con una de las hijas de Maradona y con Burlando para calmar las aguas: “Déjenme seguir, yo les prometo que consigo el homicidio simple”, habría dicho. Un fallo que, según los especialistas, sería difícil de justificar.
Aunque todavía no hay una causa penal abierta por el documental, en Tribunales ya hablan de recusación y de la posibilidad de que se aparte del caso. “Lo más sano sería que se excuse y entre otro juez, que puede ponerse al día rápido porque está todo filmado”, cerró Rial.
El juicio, mientras tanto, está en pausa. Y la historia que debía centrarse en la muerte del ídolo más grande de la Argentina, hoy gira en torno a una jueza que quiso brillar más que Maradona.